Mi primera experiencia con el Ayahuasca

La primer experiencia con la planta de Ayahuasca, con el proyecto Sapan Inka, fue la puerta que se abrió y dio comienzo a una nueva forma de reconocer la existencia. Desde un principio la planta se presentó buena y generosa y me permitió establecer una relación inicial con el camino del conocimiento. Ese conocimiento ancestral, primario y universal. Dos experiencias más vinieron con el transcurso del tiempo, con el Proyecto Sapan Inka, cada una con significados temporales, limpieza de esos momentos y visiones mágicas, siempre históricas, anteriores, relacionando un pasado de todos con mi realidad actual y en mi contexto. Todas estas enseñanzas hicieron que el trabajo de la planta se haga presente en mi vida en todo momento, guiando mis meditaciones, mis dudas, acierto y errores. El último encuentro, gracias a la estadía en el taller (a través de las reintegraciones de Erik y el amor y comprensión de Nilda) fue el más poderoso de todos, en el sentido en que la planta trabajó por partes: presente, pasado y futuro, siempre en relación con la existencia de la humanidad toda y el proceso del amor único. El que existe desde el comienzo de la historia de las sociedades y disipa las diferencias sustanciales de cada una de las personas que habitamos este mundo y el más allá. El encuentro con el San Pedro, gran Padre Consejero, concretizó y estableció el vínculo más directo entre la Naturaleza Toda con mi ser en sociedad, ya que enseña de la calma, la pausa, la paciencia y la tolerancia. Sobre todo las plantas maestras enseñan que el camino del conocimiento, guiado hacia la felicidad es largo, difícil, estrecho y hacia arriba, como sendero de montaña. Pero que esta felicidad individual se inmortaliza y nos trasciende cuando se comparte y proyecta al bien colectivo.

EXTRAÍDO DEL WEBSITE SAPANINKA

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